Viale, es mi lugar. Acá aprendí a saludar con respeto a los vecinos, a ser solidario con quien lo necesite, a brindar lo que esté a mi alcance a los demás porque en un pueblo como el mío, todos nos conocemos y entre todos hacemos frente a las tragedias, a las angustias, a los sinsabores de la vida. Acá aprendí a amar, no sólo a otras personas, sino a los sitios mismos, a este fragmento de tierra donde guardo atesorados recuerdos de los momentos que ya no vuelven, de las personas que ya no están. Acá soy feliz, viendo a mis hijos jugando en una canchita de barrio o mateando con amigos en una plaza, que aún con toda esa inmensa simpleza, se convierte en un espacio de encuentro social real y extraordinario. Acá me enamoré de los paisajes más sencillos, de los sonidos más clásicos, de los olores más rústicos, de los sabores más tradicionales. Acá abracé agradecida a mis padres que me enseñaron que el trabajo y el estudio eran la única alternativa para ir tras mis sueños, abracé con gratitud a mis docentes que me entregaron sus conocimientos para formarme como persona y como profesional, abrazo hoy a médicos, enfermeros, policías, bomberos, productores agropecuarios, ganaderos, comerciantes, emprendedores, empresarios, empleados municipales, y a los cientos de trabajadores públicos y privados que han logrado hacer de esta ciudad, una ciudad en constante crecimiento, proyección y progreso. Es de ustedes este día, es de aquellos que siguen poniendo el «lomo», el tiempo y la vida para alcanzar un mejor futuro y más digno. Me gusta decir que soy de Viale, porque acá hay buena gente, personas valiosas que llevan impreso los valores humanos que nos llevan siempre al éxito.
Y acá también aprendí a llorar, cuando la vida golpea fuerte. Aprendí que el conocernos todos, hace que exista poco de vida privada y mucho de rumores de calle. Aprendí que si se escucha la ambulancia, recibiré el llamado de la vieja preguntándome si estoy bien, porque nos tiembla el cuerpo de pensar que uno de los nuestros puede estar en peligro. Aprendí que en pueblos como el mío, es muy difícil que la vida del otro no nos importe, porque si alguien enferma, pierde a un ser querido o padece un gran dolor, todos llevamos juntos las penas y eso lo vuelve más liviano. Aprendí que en el cementerio hay cientos de apellidos, de todos los orígenes, niveles sociales y religiones, y todos descansan en el mismo lugar, así que trato de pasar por esta ciudad sabiendo que nada nos llevamos más que los momentos y que vivir eternamente significa ser recordado por la huella que dejamos en los demás. Aprendí a aceptar la sencillez de nuestro idioma, ese que no solo incluye términos y costumbres propias que otros desconocen, sino que además nos hace reconocer lo distinguido y único que es nuestro Viale, donde nos comunicamos con una mirada, un grito, un sapucay, una bocina, o nos invitamos un mate entre vecinos aunque vivamos en extremos márgenes de la ciudad.
Como toda comunidad, tiene sus defectos, sus diferencias y sus fanatismos, pero siento la profunda satisfacción de saber que ante la adversidad real que golpea a cualquier familia, todos nos volvemos hermanos.
Yo soy de Viale, Entre Ríos, y hoy mi ciudad cumple 116 años. Feliz vida a esta hermosa ciudad!!
Brindo hoy por cada vialense íntegro, honesto, resiliente. Sepan que ninguno pasará por este mundo inadvertido, porque lo que hacemos en esta vida, tiene eco en la eternidad.

Viale está de pie y caminando y ese logro es todo del pueblo, orgullosamente mi pueblo.

(ESCRIBE  YOHANA FUCKS )