Primer hija de un matrimonio de trabajadores rurales. Luego llegarían 3 hermanos más.
Apenas tenía 2 años de vida cuando el mundo fue azotado por el virus de la poliomielitis, y ella fue alcanzada por esta dura enfermedad, que cambió su vida. Fue todo muy difícil. Su cuerpo quedó con secuelas físicas serias que la llevaron a vivir la vida con una discapacidad. Sin embargo rememora y afirma: -«Existieron familias que abandonaban a sus bebés en los hospitales. En cambio mis padres, no solo no me dejaron nunca, sino que se encargaron de que tuviera una infancia plena, acompañándome en cada actividad para que me sintiera igual a los demás niños.» Recuerda con inmensa nitidez y añade: -«Mis padres envolvían mi órtesis con bolsas para que yo pudiera chapotear en los charcos los días de lluvia aunque sea saltando en un solo pie».

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Hizo su primaria en una escuelita rural, donde lo que más le gustaba era dibujar. Luego, a los 17 años viajó a Viale con otra amiga para aprender un oficio, y durante dos años cursó el taller que le brindaba Elisa de Ludi, una prestigiosa modista, que le otorgaba un título como oficio en corte y confección. 19 años cuando inició, hoy lleva 48 años ejerciendo su labor. Casi medio siglo.

A los 20 años se casó y durante 15 años más siguió en su hogar sin algo de lo que hoy no imaginamos prescindir: no contaban con energía eléctrica. Recién a sus 35, se vinieron a la ciudad y se radicaron definitivamente. Para ese momento su hijo Matías, ya tenía edad para iniciar su escolaridad.

Pero su costado artístico creció también en algo diferente: la pintura. Así se animó a aprender, y durante un lustro viajó a Crespo para tomar clases con la profesora Ofelia de Viola. Ya lleva 10 años realizando hermosas obras de arte, en diferentes técnicas y elementos (cuadros, platos, bandejas, marcos de espejos, sábanas, manteles, etc). Me mostró muchas de ellas que decoran su casa y muchísimas otras en fotos que guarda de cada una de las que ha vendido. Maravillandome no solo por su arte, sino por sus ganas, de seguir viviendo plenamente, cumpliendo sus deseos, como cuando de pequeña sus papás lucharon para que ella construyera confianza para sentirse capaz de lograr todo lo que se proponga.

Malena, un ejemplo de vida, que iluminó mi mirada con su testimonio. En el mes de la integración, gracias a mujeres como ella, podemos pensar que una sociedad mejor y más equitativa es posible, si miramos a las personas con discapacidad con los ojos inclusivos de quienes lo entienden como una condición y no como un límite.